Cultura Clovis
Fin del Mundo, Sonora, 13,390 años antes del presente
Sílex tallado por percusión y retoque
Centro INAH Sonora, Instituto Nacional de Antropología e Historia/Secretaría de Cultura
Caracterizadas por su acanaladura central, estas puntas permitieron a los antiguos americanos ocupar extensas regiones del norte del continente. Su dureza y filo facilitaron la caza de los grandes mamíferos de la época; además, su grado de sofisticación identificó y dio prestigio a quienes las hacían.
México, siglo XXI
Obsidiana tallada por percusión y retoque; madera y tendones El Apartado. Museo/Laboratorio, Secretaría de Cultura
Fin del Mundo, Sonora, 13,390 años antes del presente
Centro INAH Sonora, Instituto Nacional de Antropología e Historia/Secretaría de Cultura
El uso de lanzas con puntas Clovis para la caza, en especial de megafauna, fue una actividad peligrosa que implicaba un trabajo colectivo. En Fin del Mundo, Sonora, se encontraron los restos de dos gonfoterios -similares a pequeños elefantes-, en lo que parece ser una escena de cacería ocurrida hace más de 13 mil años.
Cultura Clovis
El Bajío, Sonora, 13,250 a 12,800 años antes del presente
Piedra tallada
Centro INAH Sonora, Instituto Nacional de Antropología e Historia/Secretaría de Cultura
Estos objetos, junto con las puntas de lanza, formaban parte de las herramientas de los grupos Clovis. Para elaborarlas aprovecharon las materias primas disponibles en cada región, con las que realizaron en su entorno múltiples actividades vinculadas con la subsistencia. ¿Para qué se habrá usado cada una de esas herramientas?
Peñón de los Baños, Ciudad de México, 12,700 años de antigüedad
Dirección de Antropología Física, Instituto Nacional de Antropología e Historia/Secretaría de Cultura
Fui encontrada en 1959 en la colonia Peñón de los Baños. La forma de mi cráneo me empa- renta con los primeros grupos que entraron al continente. De hecho, soy uno de los humanos más antiguos que se han encontrado en el país. Me tocó vivir una época en que la Cuenca de
Metro Balderas, Ciudad de México, 10,500 años de antigüedad
Dirección de Antropología Física, Instituto Nacional de Antropología e Historia/Secretaría de Cultura
Me descubrieron en 1970 durante la construcción del Metro Balderas. Estaba a 3.10 metros de profundidad, bajo una capa de cenizas procedentes de la gran explosión del Nevado de Toluca ocurrida hace 10,500 años, cuando numerosas erupciones tuvieron un fuerte impacto ecológi- co, provocando migraciones de los antiguos pobladores.
Cenote Naharón, Quintana Roo, 13,499 a 13,277 años de antigüedad
Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México
A mí me encontraron en el cenote de Naharón, a 23 metros bajo el agua. Cuando me deposita- ron era una cueva seca, ya que el nivel del mar estaba 100 metros más bajo. Vivíamos lejos de la costa y ni siquiera comíamos alimentos marinos, pero a muchos nos llevaron allí al morir. ¿Imaginas cuál sería nuestra idea del mundo de los muertos?
Cenote Las Palmas, Quintana Roo, 11,180 años de antigüedad
Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México
Me descubrieron en una cueva que después de varios siglos se inundó. Alcancé los 45 o 50 años de edad, más del promedio para la época en que viví. La forma de mi cráneo y lo delgado de mis huesos me hacen diferente de los distintos grupos mayas, lo que sugiere que hubo una gran variedad de poblaciones que llegaron y se adaptaron al continente.