He estado varios años persiguiendo la luz, concibiendo artefactos ópticos para poder aprehenderla. En este proceso, me he interesado particularmente por los dibujos dinámicos que generan las proyecciones de luz solar a lo largo de un día. Con estas obsesiones en la mente, me dediqué a pensar cómo los dispositivos que construyo podían evolucionar de manera que se volvieran dinámicos, que implicaran movimiento. Imaginé la idea de la lente móvil y empecé a trabajar con el agua como medio para el tránsito de la luz.
El agua posee la capacidad de adaptarse a cualquier forma que la contenga, que la reciba. Es materia fluida, incolora e informe y su volubilidad permite que la luz cambie su recorrido orgánicamente. Encuentro poética el agua como materia y también el hecho de que una gota pueda esculpirla de una manera que será irrepetible. Con cada caída dirige la luz a su ritmo y se acomoda a su contenedor.
Tiempos lumínicos, es el resultado de este proceso de búsquedas. Las proyecciones que inundan el espacio responden a un estudio geométrico y de óptica que determina la forma circular de la lente contenedora y la ubicación precisa de los goteos. La obra se activa con la caída de gotas de agua que pautan ritmos de tiempo y ritmos lumínicos y que, a la vez, activan la experiencia perceptiva del espacio, única en cada goteo.